¿Sabías que la relación entre Roosevelt y Stalin estaba lejos de ser una confrontación? Pese a ser los líderes de Estados Unidos y la URSS durante una época como la Segunda Guerra Mundial, ambos mandatarios exhibieron siempre una complicidad y confianza que no dejaba de ser sorprendente y que iba mucho más allá de su alianza en el campo de batalla.
El americano fue presidente del país durante 12 años. El georgiano gobernó la Unión Soviética entre 1924 y 1953, lo que le dejó cerca de ser uno de los dictadores más longevos de la historia reciente.
Ahora bien, Franklin D. Roosevelt e Iósif Stalin fueron dos de las figuras más influyentes de la Segunda Guerra Mundial. A pesar de sus profundas diferencias ideológicas y políticas, ambos líderes formaron una alianza clave para derrotar a la Alemania nazi. Sin embargo, esta relación personal también estuvo marcada por la desconfianza y los intereses estratégicos de cada nación. Con el fin de la guerra, la cooperación se transformó en confrontación, sentando las bases de la Guerra Fría.
Roosevelt y Stalin, una alianza forzada por la guerra
Antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, la relación entre Estados Unidos y la Unión Soviética era distante. La política de Stalin, basada en la expansión del comunismo y la represión interna, generaba recelo en Occidente. Sin embargo, la invasión alemana de la URSS en 1941 cambió el panorama. Roosevelt, comprendiendo la importancia de un frente oriental fuerte, brindó apoyo a Stalin a través del programa de Préstamo y Arriendo, enviando suministros militares y recursos.
El pragmatismo guió la relación entre Roosevelt y Stalin. En la Conferencia de Teherán en 1943, se reunieron en persona por primera vez y coordinaron estrategias para acelerar la derrota de Hitler. Stalin presionó para la apertura del frente occidental, lo que se concretó con el desembarco de Normandía en 1944. Por el lado contrario, el mandatario norteamericano consiguió el apoyo del soviético para dar forma a su idea de la creación de las Naciones Unidas, organización que sustituiría a la fracasada Sociedad de las Naciones.
Las negociaciones en Yalta y el inicio de la desconfianza
En febrero de 1945, con la guerra en Europa cerca de su fin, Roosevelt, Stalin y Churchill se reunieron en la Conferencia de Yalta. Allí discutieron la reorganización de Europa tras la contienda. Roosevelt seguía buscando la creación de la Organización de las Naciones Unidas y garantías de elecciones libres en los países liberados. Stalin, por su parte, tenía claro su objetivo: consolidar la influencia soviética en Europa del Este.
Roosevelt confiaba en la posibilidad de entendimiento con Stalin, creyendo que la cooperación podría continuar después de la guerra. Sin embargo, la muerte de Roosevelt cambió todo el paradigma europeo y de relaciones entre ambas naciones.
Roosevelt falleció en abril de 1945 y su sucesor, Harry Truman, adoptó una postura mucho más firme frente a Stalin. La desconfianza entre Estados Unidos y la Unión Soviética creció rápidamente. Lo que alguna vez fue una alianza estratégica se convirtió en una rivalidad abierta, dando paso a la Guerra Fría.
Roosevelt y Stalin fueron aliados por necesidad, pero esa relación trascendió lo político. Pese a sus visiones opuestas del mundo, hicieron todo lo posible para evitar la ruptura de su relación. Lo que comenzó como una cooperación clave para la victoria en la guerra terminó dividiendo al mundo en dos bloques irreconciliables tras el fallecimiento del primero.