¿Qué sabes del imponente Atomium de Bruselas?

Atomium de Bruselas

Si planeas visitar Bruselas, debes saber que el Atomium es mucho más que esa singular construcción que se incluye en todos los itinerarios turísticos: es un auténtico ícono cargado de simbolismo, ingeniería y diseño de la posguerra que no deberías perderte. 

Y si quieres saber qué hace que una visita al Atomium de Bruselas sea tan imprescindible, no te pierdas este post en el que te adelantamos algunas curiosidades que, esperemos, despierten tu curiosidad y te animen a ir a visitarlo con otros ojos. Al fin y al cabo, estar en Bruselas y no acercarte al Atomium es como visitar Nueva York y no ir a su icónica Estatua de la Libertad.

¿Cuál es el origen de esta construcción?

El Atomium fue construido para la Expo 58 —la Exposición Universal de Bruselas de 1958— como pabellón emblemático y símbolo de la Bélgica de la era atómica.

Concebido por el ingeniero belga André Waterkeyn y los arquitectos André Polak y Jean Polak, la estructura reproduce en nueve esferas interconectadas lo que sería una celda unitaria cristalina del hierro ampliada unos 165 000 millones de veces. 

En su momento, el Atomium de Bruselas pretendía expresar de forma optimista la fe en el progreso tecnológico y científico tras la Segunda Guerra Mundial. Y aunque, originalmente se diseñó como una construcción temporal durante seis meses, pero su éxito y representatividad hicieron que se decidiese conservarla permanentemente.

Materiales y algunas curiosidades en torno al Atomium

El Atomium de Bruselas se levanta sobre el llamado Plateau du Heysel (o Heysel/Heizel) en Bruselas, y alcanza una altura de 102 metros. Está compuesto por nueve esferas de 18 metros de diámetro cada una, conectadas por tubos (de diámetro aproximado 3,3 metros) que permiten la circulación interior mediante escaleras, pasarelas y ascensor. 

En cuanto a los materiales: la estructura principal está hecha de acero (alrededor de 2 400 toneladas de acero estructural) según las fuentes de ingeniería oficiales y tal y como consta hoy en los folletos informativos de dicha construcción.

Las esferas estaban originalmente revestidas con placas de aluminio, de ahí el juego del nombre “Atomium” (átomo + aluminio). Sin embargo, en la gran restauración de 2004-2006, se sustituyeron esas placas por acero inoxidable de gran calidad para mayor durabilidad y menor mantenimiento. 

Entre las curiosidades técnicas, podemos contarte que durante el diseño se comprobó en túneles de viento que la estructura original —sin soportes adicionales— corría riesgo de volcar ante fuertes vientos, por lo que se añadieron tres pilares de apoyo bajo algunas esferas. 

También es llamativo que en su momento contaba con uno de los ascensores más rápidos de Europa y con escaladores de trayectos muy largos para la época.

¿Cuál es el uso actual del Atomium de Bruselas?

Hoy el Atomium no solo es un símbolo arquitectónico, sino un espacio vivo al que puedes acceder. Dentro de sus esferas abiertas al público encontrarás exposiciones permanentes – unas sobre los años 50, la Expo 58 y el diseño- y también exposiciones temporales que abordan temas de ciencia, arte y cultura, convirtiéndose en un espacio de exposiciones espectacular. 

La esfera superior alberga un restaurante panorámico desde donde podrás contemplar Bruselas y sus alrededores. 

Individualmente, algunas esferas están habilitadas para la organización de eventos, talleres infantiles o alquileres para conferencias. 

Si decides visitarlo, merece la pena que subas hasta el mirador para captar la ciudad desde un ángulo singular y considerar combinar tu visita con el cercano parque de miniaturas u otras actividades del distrito de la Expo.

Motivos para no perderte el Atomium de Bruselas

  • Icono arquitectónico y cultural: Cuando entras en el Atomium, estás observando un símbolo de la Bélgica de la posguerra, de la fe en la ciencia y del diseño futurista de hace más de seis décadas.
  • Experiencia singular: No todos los días puedes cruzar escaleras y ascensores en una estructura que reproduce un cristal de hierro de dimensiones gigantescas. Además, la vista desde arriba es muy especial.
  • Aprendizaje y diversión combinados: Tanto si te interesan la ciencia, la arquitectura o la historia, como si simplemente buscas una visita divertida, el Atomium lo ofrece todo.
  • Ubicación estratégica: En Bruselas, se encuentra en una zona con otros atractivos (fácil transporte, entornos de ocio), por lo que resulta una excursión completa.
  • Valor simbólico y fotográfico: Más allá de ver una construcción, estarás frente a un símbolo de ciudad; para muchos visitantes, es “la postal” de Bruselas.

Conclusión

Si te diriges a Bruselas, reserva una franja de tiempo para el Atomium porque no es solo otro monumento: es un cruce entre ciencia, ingeniería y turismo. 

Desde su concepción para la Expo 58 hasta su restauración y función actual como museo, mirador y espacio de eventos, el Atomium de Bruselas reúne argumentos de sobra para que lo incluyas en tu itinerario. Y una vez allí, sube, contempla, aprende… y siente que estás en un “átomo gigante” que representó el optimismo del siglo XX y sigue irradiando encanto en el XXI.