La compra de Manhattan: historia, mitos y realidades

compra de Manhattan

Es una de las ciudades (o mejor dicho, distrito) más populares del mundo. Sin duda. Pero, ¿conoces su historia? ¿Sabes cómo fue o cuánto valió la compra de Manhattan? Sí, sí. Como lo escuchas. Esta hiperfamosa isla fue comprada allá por el siglo XVII. ¿Quién la vendió y quién la compró? ¿Qué mitos o falsas verdades han ido surgiendo con el paso de los años? 

No es la capital de los Estados Unidos, pero sí su ciudad más apasionante, turística y la que centra mayor atención y admiración en todo el mundo. En un post anterior, no hace mucho, ya os explicamos qué no te puedes perder en Nueva York. Así que, si tienes pensado un viaje o visita a este maravilloso destino, no te pierdas este post. ¡Totalmente recomendable!

La compra de Manhattan es un evento histórico que ha sido objeto de muchos mitos y leyendas. Realmente, no es demasiado inusual, ya que se hicieron muchas más compras de tierras. Pero esta adquiere una mayor dimensión por la importancia de todo lo que vino después. 

Así fue la compra de Manhattan

El relato más común y más aceptado es que en 1626, los colonos neerlandeses, liderados por Peter Minuit, compraron la isla de Manhattan a los nativos americanos por bienes valorados en 60 florines neerlandeses, que se ha estimado popularmente como equivalente a 24 dólares estadounidenses de la época. 

Pero, ¿cómo se llegó hasta este punto? Resulta que en el siglo XVII, varias potencias europeas estaban explorando y colonizando América del Norte. Los neerlandeses, interesados en el comercio y la expansión territorial, fundaron la colonia de Nueva Ámsterdam en la región que hoy es Nueva York.

En aquella colonia se encontraba Peter Minuit, un representante de la Compañía Neerlandesa de las Indias Occidentales. Minuit, el principal negociador en la compra de Manhattan, se encontró con un grupo de nativos americanos, comúnmente identificados como los Lenape.

Según las fuentes históricas, Minuit ofreció bienes por un valor de 60 florines neerlandeses. Estos bienes incluían herramientas, utensilios de cocina, y otros objetos de uso común para los europeos, pero que eran considerados valiosos por los nativos.

Una de las principales controversias con este tema tiene que ver con el valor real de la transacción. Traducir los 60 florines a términos modernos es complicado y, a menudo, se simplifica como 24 dólares, pero esto no captura el verdadero valor. Los 60 florines representaban una cantidad considerable en bienes, adaptada a la economía y necesidades de la época.

Otro de los mitos más persistentes es que los nativos americanos no comprendieron el concepto de «venta de tierras». Sin embargo, estudios recientes sugieren que los nativos podían haber entendido el intercambio como un acuerdo de uso compartido o derecho de paso más que una venta en el sentido europeo.

No está claro tampoco qué grupo específico de nativos americanos estuvo involucrado en la transacción. Los Lenape son frecuentemente mencionados, pero también había otros grupos en la región que interactuaban con los europeos.

Después de la compra, los neerlandeses desarrollaron la colonia de Nueva Ámsterdam, que más tarde se convertiría en la ciudad de Nueva York tras la toma de control por los británicos en 1664.

Como puedes imaginar, la compra de Manhattan tuvo consecuencias a largo plazo para los nativos americanos, que eventualmente fueron desplazados de sus tierras debido a la expansión colonial europea. Historiadores y arqueólogos continúan debatiendo los detalles de la compra de Manhattan, incluyendo la verdadera naturaleza del acuerdo y el valor exacto de los bienes intercambiados. Lo que es claro es que este evento simboliza el inicio de una era de colonización y transformación cultural que afectaría profundamente la región.

Estamos ante un evento histórico envuelto en mitos e interpretaciones variadas. Mientras que el relato de la compra por bienes equivalentes a 24 dólares persiste, es importante considerar las complejidades culturales y económicas del intercambio. Este evento marcó el comienzo de una nueva era para la isla de Manhattan, que se desarrollaría rápidamente bajo la influencia europea y se convertiría en uno de los centros urbanos más importantes del mundo.

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