La política necesita con urgencia señales y gestos claros. También sobre esto se puede reconstruir la confianza de la gente corriente en las instituciones. Y, por tanto, el hecho de que una de las primeras salidas públicas del nuevo ministro Riccardi fuera la visita a Villa Literno a la tumba de Jerry Masslo es una señal muy clara, que da esperanza y confianza de que una década de locas políticas migratorias definitivamente ha terminado. .
Jerry Masslo era un inmigrante sudafricano refugiado, asesinado en agosto de 1989 en Villa Literno por un robo. Su historia atrajo la atención nacional sobre la tragedia del capolarate y la esclavitud de los migrantes africanos en los campos de cosecha de tomates.
Recordamos sus palabras que aún resuenan muy de actualidad: pensé que encontraría en Italia un espacio de vida, un soplo de civilización, una acogida que me permitiera vivir en paz y cultivar el sueño de un mañana sin barreras ni prejuicios. En cambio, estoy decepcionado. Tener la piel negra en este país es un límite para la convivencia civil. El racismo también está aquí: se compone de bullying, abusos, violencia cotidiana con quienes no piden más que solidaridad y respeto. Nosotros en el tercer mundo estamos contribuyendo al desarrollo de su país, pero parece que eso no importa. Tarde o temprano algunos de nosotros moriremos y entonces nos daremos cuenta de que existimos.
El ministro Riccardi tendrá que dar una respuesta política muy contundente a estas palabras.
