Ciudadanos y constitución

Hace algún tiempo Stefano Rodotà propuso modificar el artículo 21 de la Constitución añadiendo estas palabras: todos tienen el mismo derecho a acceder a Internet, en pie de igualdad, con métodos tecnológicamente adecuados que eliminen todos los obstáculos económicos y sociales. La idea detrás de esta enmienda era el deseo de definir Internet como un servicio universal, es decir, que el estado garantizara el acceso a Internet para todos.

Debemos preguntarnos por la intuición del prof. Rodotà, que ha entendido bien las exigencias de una generación que reivindica el derecho a una infraestructura libre, donde libertad significa la posibilidad de adecuarla a las propias necesidades, de comparar ideas sin manipulación mediática, entre pares, cara a cara, desde de ciudad a ciudad, de ser humano a ser humano.

El tema del acceso a la red y su neutralidad, el estatuto de los trabajadores y los trabajos que en ella se desarrollan, la participación informada en los procesos de toma de decisiones, el conocimiento como bien común compartido, son temas propios de un país más consciente y transparente, y por lo tanto más justo y equitativo.

Es de estas consideraciones que se deriva la solicitud de un compromiso preciso de la Administración Pública con respecto a las modalidades de participación informada en el proceso de toma de decisiones, al WI-FI efectivo y conveniente, a los espacios públicos de acceso digital, a la adopción generalizada de software libre., a los Datos Abiertos de documentos e información de la administración, incluso a una empresa pública de banda ancha.

Aquí, la administración municipal debe centrarse en Nápoles 2.0, un proyecto de ciudad digital, que constituye una especie de plan maestro de innovación en la ciudad, porque la ciudad digital es mucho más que una mera cuestión de cables y computadoras, aunque la infraestructura es importante. , de hecho crucial.

Nápoles 2.0 está formado por ciudadanos que no tienen ninguna dificultad con esta tecnología, donde la difusión digital es mínima, independientemente de la edad y la clase social, porque se eliminan todos los obstáculos sociales y económicos. Una ciudad digital en la que el acceso a Internet siempre es posible para los ciudadanos y visitantes desde cualquier lugar, ya sea una plaza, una calle, una oficina pública, una biblioteca o incluso en el tranvía.

Nápoles 2.0 significa servicios en línea para los ciudadanos, desde la oficina de registro hasta la atención médica, y servicios web para las empresas, especialmente las pequeñas, que se ven lastradas por la lentitud y la engorrosa burocracia.

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